Quizá este título pueda desconcertar a alguno de los que lean este artículo, no sería así si hubierais asistido a la pasada reunión del club de lectura de la biblioteca. ¡JA¡ En ella, comentamos uno de los últimos libros del prolífico Paul Theraux; En Lower River, obra en gran parte autobiográfica, ya que como el protagonista vivió en Malaui unos años como voluntario de los Cuerpos de Paz y profesor.

La velada transcurrió sinuosa como las omnipresentes serpientes del libro. Tras una profunda y esclarecedora presentación por parte de nuestra compañera Teresa Pérez, se dio comienzo a un intercambio de impresiones de los asistentes, cuyas interesantes ideas se deslizaban y entrelazaban como un nido de sierpes. ( y que conste que no hay ninguna connotación negativa, si hubierais leído el libro, lo comprenderíais). Las serpientes son amigas del protagonista, las serpientes lo ayudan y una muchacha con forma de serpiente lo seduce.

La alternancia de observaciones fue construyendo un puente entre Aragón y África y poco a poco la sala de la biblioteca se inundó de exóticos olores, olores que dibujaron un Malaui sofocante, seco y polvoriento, que fue agarrándose en nuestras gargantas. Afortunadamente pudimos endulzarlas con unos descriptivos pasteles, herederos posteriores de la sala de profesores.

Se hicieron múltiples y sugerentes referencias, entre ellas; El infierno de Dante, equiparable al infierno en el que se encuentra el protagonista y del cual no puede escapar, lo que nos recuerda también al Ángel Exterminador del ilustre calandino; Luis Buñuel. El señor de las moscas y los niños perdidos de Peter Pan, nos vienen a la mente cuando Ellis, huyendo por enésima vez de la aldea acaba con un angustioso asentamiento de niños contagiados por el sida. La degeneración que sufre el protagonista que parece que va a terminar convirtiéndos en serpiente, nos remite, sin duda, a El proceso de Kafka. Los estados alucinatorios y el reverso del alma humana nos transportan al Corazón de las tinieblas de Joseph Conrad. Y en clave humorística, cabe señalar, a esa hilarante película titulada Los dioses deben estar locos.

La sesión acabó con inquietantes preguntas tales como; ¿El hombre es bueno por naturaleza? O ¿El hombre es un lobo para el hombre? , es decir, Rousseau frente a Hobbes. Preguntas cuya solución os animo a descubrir en la próxima sesión del club de la biblioteca o que el veneno de mil hidras furiosas os sequen las orejas.